sábado, 15 de enero de 2011

Manifiesto para una plástica chamánica amerindia

Al estudiar la obra plástica amerindia se comprueban dos tipos de creaciones diferentes, referidas su autoría. Se observa que hubo desde épocas primigenias obras plásticas nacidas de la individual creatividad de los chamanes y, posteriormente, en las culturas hegemónicas, una obra oficial producto del gobierno político, con diseños normados, plurales y conservadores.
Numerosos dibujos rupestres, cerámicas con imágenes incisas o escultóricas, esculturas talladas y joyas fueron creados por chamanes, a menudo en circunstancias psíquicamente alteradas por alucinógenos.
Considerando las enésimas morfologías habidas, se percibe que casi todo lo rupestre y algunos ceramios muestran imágenes eidéticas, o sea proyecciones gráficas espontáneas portadoras de una ideología singular: son obras de visión, hijas de causas alucinatorias.
También, obras que presentan configurados diseños ideográficos, con fundamentos
dogmáticos establecidos. En general, las chamánicas son piezas únicas o escasas que contrastan con las grandes cantidades, más o menos convencionales, producidas por los talleres estatales.
La plástica chamánica, sea eidética, de visión o configurada, en su mayoría no fue diseñada con estereotipos formales; casi nunca se observan rediseños pues se expresa autárquicamente y de manera espontánea. Utiliza una temática mágica con imágenes a menudo de visión, con obsesivos símbolos del Poder. Concibe que hombre y naturaleza estén unidos, propiciando la caza, la fertilidad y lo agrario. También, se visualizan personajes fantásticos dibujados,
modelados o tallados, relacionados con transformaciones físicas: felínicas, ofídicas u
ornitomorfas. Es una plástica muy expresiva, con extrañas morfologías barrocas, muy sensibles y dinámicas, plenas de abstracciones de impactante expresionismo ominoso y superrealismo metafísico.
Las plantas alucinógenas fueron motivadoras de gran parte de los hechos plásticos
chamánicos. La droga estableció un nivel de conciencia fluctuante cargada de detalles atípicos, alentó la exteriorización de monstruos y desesperadas catársis y aumentó la Fe en sus mágicos poderes, hasta las mismas entrañas de la alienación. No obstante, las obras de visión muestran una explícita lógica mítica y semiótica, una notable estética y una enorme carga religiosa.
Lo atávico en el chamanismo arcaico fue propiciar la caza y la práctica médica por medio de ritos mágicos. El sedentarismo de los pueblos agrícolas con clases sociales promueve paulatinamente instituciones corporativas de sacerdotes y transforma aspectos del chamanismo que, en muchos casos, quedó al margen de las comunidades.
Por más discusiones que susciten los chamanes con respecto a sus capacidades hay un hecho incontrovertible: los dibujos rupestres alguien los hizo, con alguna finalidad, de acuerdo con un pensamiento mágico, un diseño y una técnica. Dada la antigüedad comprobada del chamanismo, es plausible pensar que aquellos primeros dibujos los hicieron ellos. De esta manera serían los iniciadores de las obras plásticas.
También se evidencia que lo místico y el don artístico como inmanencias del Ser, producen coherencias plásticas intuitivas, más allá de la influencia de la droga o la insania mental.
Un chamán utiliza medios psicológicos para beneficio de la comunidad. Su principal actividad social fue, y aún lo es, la de curandero, de sabio experto en plantas medicinales y en conjurar espíritus buenos y malos.

Chamán. He aquí un modelo de su personalidad que la documentación iconográfica y etnográfica amerindia comunica.
· Autosacrificios Ayuno Éxtasis Visión. · Curandero Solitario Libre Innovador Mago Artista.
· Ambiciona el poder interior, el metafísico. Domina el mundo mítico estableciendo sendas para recorrerlo.
· Consigue el éxtasis y las visiones por medio de alucinógenos, sangrías o ayunos.
· “Logra” la metamorfosis --transfiguración-- de hombre a felino y/o lo siente como alter ego.
· Tiene visiones lumínicas (fosfenos). · Tiene visiones post mortem. · Hace viajes metafísicos al origen.
· Realiza ritos iniciáticos para aspirantes. · Realiza conjuros: imágenes propiciatorias.

Hay numerosas obras plásticas con estas características temáticas que evidencian su realización chamánica por la concepción y diseño. Generalmente, son piezas únicas o muy pocas de parecido tipo.
Manifiesto para el fundamento de la plástica amerindia

Mito, magia y religión
El mito nació de una intuición súbita del hombre. Tal sentir estableció la idea de un poder detentado por un ente superior: el dios. Lo mítico-mágico fue la “respuesta”

--sin pregunta-- que aquel hombre concibió como explicación de la realidad cósmica, incomprensible para su mente y desasosegada por los fenómenos naturales.
De acuerdo con ese pensar mágico imaginará dioses y sus poderes, pues lo teológico es propio de la inmanencia mística de su Ser. Deificará la integridad del paisaje percibido: Cielo, Tierra e Inframundo, por urgente necesidad de protección. Los fenómenos climatológicos y astronómicos, las enfermedades y la muerte lo impactarán con terror y, sin resignarse a morir, concebirá una vida en un más allá, en el Inframundo.
En aquellos principios, el carisma persuasivo del chamán --el sanador del clan que conjura a los poderes cósmicos--, impone un criterio mágico que irá configurando una teogonía animista como causalidad de los fenómenos. Dibujará figuraciones y abstracciones rupestres para propiciar la caza y la fecundidad. Inventará rituales funerarios y un ceremonial agrario, templario e iconográfico, desarrollando el diseño morfológico y la plástica simbólica.
Así, el chamán venerará y estructurará un paulatino relato mágico-cosmogónico. Frecuentará el mundo mítico consumiendo alucinógenos para recorrerlo. Una de las sendas será el diseño de imágenes rupestres como profético deseo de beneficios y primigenia expresión místico-poética, relacionando el poder de los fenómenos naturales con animales-dioses: creadores y mantenedores de la realidad.
De esta manera, surgirán signos e ideografías simbólicos, o sea un lenguaje abstracto, metafísico y comunicante de dogmatismos inspiradores de diseños, pensamientos visuales que serán plasmados paulatinamente en los Géneros Plásticos: primero el dibujo, la incisión y una incipiente pintura; luego la escultura tallada; después la textilería, la cerámica, la arquitectura y la joyería.
Con esfuerzo continuado, el hombre construirá el dominio de su medio, levantando precarios urbanismos aldeanos con creciente sedentarismo para domesticar plantas y animales. Cuando logre cierto superávit alimenticio podrá comenzar su más ambiciosa realización: el templo ceremonial del dios protector agrario y posteriormente, un complejo urbano ceremonial como centro mítico del mundo.
Las primeras castas sacerdotales fundaran teocracias y demostrarán sus talentos como diseñadores de formas mítico-cósmicas, fusiones de animales y seres humanoides configurando entidades metafísicas metonímicas: los dioses. Tal obra se plasmó en Géneros Plásticos: arquitectura, cerámica, dibujo, escultura, orfebrería, pintura y textilería.

El pensamiento mágico, sin dejar nunca su protagonismo, influirá con renovados matices en la conformación de estados por parte de culturas como la teotihuacana, zapoteca, azteca, tiwanakota o inca. Será esencial tal pensar para configurar pautas políticas, dogmáticas, rituales, éticas y estéticas, astronómicas y astrológicas; se profundizará lo religioso como modus vivendi, fuente de inspiración de danzas y diseños plásticos. Será el triunfo del dogma conformando instituciones religiosas y políticas corporativas: el sacerdocio con su cohorte de reyes dinásticos, astrónomos, matemáticos, astrólogos adivinos y aristócratas administradores.
Se establecerán la dualidad procreadora masculino-femenino y los tres planos de la realidad: Inframundo, Tierra y Cielo con su eje del Mundo, ideas raigales de la cosmovisión amerindia. También una Cosmografía y una Geografía Sagrada sobre determinados paisajes; una Geometría Sagrada y Sistemas Compositivos partiendo del cuadrado; el número cuatro, el cuadrado y la cruz, como “mandalas” de la Tierra; calendarios involucrando al cosmos como tetralogía dimensional: ancho, alto, profundidad y tiempo. Los estudios científicos de la mecánica celeste y su espacialidad fueron interpretados mitológicamente. En tal espacialidad cada dirección poseyó atributos. Toda la realidad está "ordenada" de acuerdo con su lugar espacial y sus propios rasgos. Además, dicha realidad presenta configuraciones de
causalidades contrarias: lo sagrado y lo profano; el día = luz = vida y la noche = oscuridad = muerte.
Múltiples ceremonias plenas de rituales y sacrificios, cultos funerarios, monumentos edilicios y escultóricos, ídolos totémicos, cerámicas para ofrendas propiciatorias o de intercambio ceremonial diplomático, fetiches protectores, danzas catárquicas... se sucederán en obsesiva parafernalia, como efecto de la causalidad mítico-religiosa de una teología hecha incontrovertible Fe ensamblada a la voluntad de poder.

La obra plástica, no fue concebida como arte, sino como obra de culto. --O sea, configuraciones religiosas, inmanencias del Ser místico-poético develado expresivamente.-- Será el apogeo del ente-icono presentado por hombres consustanciados con la naturaleza, asumida cual ánima generalizada de toda la extensión cósmica.
La consolidación de los cultos, en especial los agrarios, con el protagonismo del maíz, fueron desde el período Formativo una determinación política de las teocracias tiránicas en ascenso. Éstas, responsables de la prosperidad agraria, motorizaron la actividad cultural programando e induciendo la creatividad artesanal y artística, científica y técnica, estableciendo una óptima volición de ser de los pueblos, una ética y una estética, de continuo reflejada en la colosal obra realizada.
Hubo sorprendente similitud en los cultos felínicos, ofídicos y ornitológicos en toda Amerindia. Las creencias zoomíticas, como causalidades cósmicas, se difundieron en los dos principales núcleos culturales: la zona mesoamericana y la andina central pero, sus respectivas creatividades del diseño transmutando ideas míticas en corporeidades icónicas, fueron autóctonas de cada cultura-autor y específica de la circunstancia topográfica y ecológica regional conformando sus particulares morfologías.
Difundida por todo el territorio americano, la adoración de tres animales: el jaguar, la serpiente y el ave, configurarán metonimias cósmicas del Poder, o sea símbolos causales de las básicas fuerzas vitales de la Tierra, la Fecundidad, la Lluvia y el Cielo y de las principales dualidades existenciales: masculino-femenino, día-noche, vida-muerte, cielo-tierra, etc. Los dioses son presentados a menudo ensamblados con el hombre o viceversa. El ser humano persigue identificarse con el animal mítico pues lo concibe como receptor de un poder superior y las drogas serán mágicas colaboradoras con tal convicción. Chamanes y sacerdotes, utilizando alucinógenos, sentirán su Ser transformado en el mito: será una metamorfosis de hombre a
felino que vivirán como alter ego, creyendo poseer los respectivos atributos de omnipotencia.
En las culturas olmeca, chavín, agustiniana y aguada numerosas obras plásticas muestran obsesivamente, con desbordante expresividad formal, tales vivencias.
Se entronizaron como deidades principales al jaguar, la serpiente y el ave por sus "poderes" pluviales y sus efectos en la fecundidad agraria; posteriormente fueron causa, en casi toda Amerindia, del integral Poder cósmico: subterráneo, terrenal y celestial. Así, acompañando a las deidades protagónicas, un vasto zoológico mítico conformará un panteón con atributos polifacéticos. De esta manera se conformará una teogonía general animista en toda Amerindia, integrada por sus paisajes terrestres y celestiales sagrados, por sus animales, vegetales y minerales venerados.
Cada deidad es una estructura formal esencial de perenne existencia. Lo eternal Es, no acciona para ser. Es en un tiempo infinito, ajeno al mero transcurrir terrestre, y que retorna eternamente. Tal parece el sentido que sugieren los entes deificados creados plásticamente por las culturas hegemónicas.
Aquel hombre, educado en semejante dogma omnipresente, dejó de concebir a los animales míticos como tales, los percibió mágicamente y los conjuró como las fuerzas vitales de su existencia, del mundo que lo rodeaba y al cual se sentía integrado.
Sobre esa base mística, creará diseños que visualizarán dichas ideas. Con signos e
ideografías interpretará enésimas respuestas morfológicas a sus acuciantes necesidades existenciales, terrenales y de post mortem.
De ahí que hoy se puedan leer las imágenes pues son significantes, exponen una semiótica plástica de aquellos pensamientos. Por dicha razón, se necesitan interpretar los diseños y sus pensamientos involucrados --fundamentos ideológicos de las obras--, y estructurar una hermenéutica explicando con clasificaciones e interpretaciones filosóficas, antropológicas, estético-plásticas los contenidos semiológicos y los valores formales de esa colosal obra.
Para aquellas sociedades los íconos presentaban a los dioses, no eran meras
representaciones: eran en sí sus corporeidades. Constituían la presencia real de la deidad y el ritual ofrendado --sacrificios y autosacrificios--, establecían la necesaria ofrenda para la renovación de su energía vital que, de acuerdo con tal pensar, era la del mundo. La importancia jerárquica de las deidades estuvo establecida con pautas funcionales y prácticas, relativas al grado de causalidad entre dioses creadores y mantenedores.
Ej:
- Creador: Quetzalcóatl, Serpiente Emplumada.
- Mantenedores: dioses de la Lluvia: Tláloc, Chac o Cosijo.
- Creadores y mantenedores: "Señor de los Cetros", Chavín, o Viracocha, “Portal del Sol", Tiwanaku.
Todas esas deidades fueron de principal presencia, suponían la necesidad de la fusión armónica del Cielo y la Tierra para poder prodigar sus dones.
Los dioses explicaban y determinaban los tiempos del plantar y los avatares naturales. Tales actos de las deidades los hicieron comprensibles sus intermediarios comunicadores: chamanes, sacerdotes y reyes. Por milenios nadie dudó sobre esto, fue una verdad incontrovertible, propia de la Fe y naturaleza de ese mundo. En tal idea raigal, de magistral coherencia mítica, es donde se afirma la extraordinaria fuerza motriz de las sociedades y la singular riqueza espiritual de Amerindia manifestada en su obra plástica.